jueves, 30 de septiembre de 2021

EL ORGULLO

"Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes…"
1 Pedro 5:5:6

El orgullo es un sentimiento de satisfacción excesiva que una persona tiene de sí misma, de acuerdo con sus características, cualidades y acciones. Una persona orgullosa muestra soberbia, altivez, vanidad, arrogancia e incluso puede mostrar un desprecio hacia otras personas.

“Seis cosas hay que el Señor odia, y siete son abominación para El. 
 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.” (Proverbios 6:16)

Lo primero en la lista  son los ojos soberbios,  los cuales son las ventanas de un hombre arrogante hacia el mundo. Desde lo alto de su propia superioridad, los usa para mirar a otros. Desde su pedestal, creado por él mismo, cree que puede ver con mayor claridad que su Creador.

“Abominación al Señor es todo el que es altivo de corazón; ciertamente no quedará sin castigo” (Proverbios 16:5). 

Dios castiga al orgulloso que se goza en su soberbia, tarde o temprano recibirá su paga.

En lugar de albergar pensamientos de amor hacia los demás, el hombre orgulloso alberga juicio y amargura. En lugar de expresar bondad y compasión, expresa desprecio. Está convencido de su superioridad en cuanto a logros, intelecto, moralidad, o espiritualidad. Está obsesionado consigo mismo.

El orgullo es, en primer lugar, una actitud de independencia de Dios. En la Escritura es también sinónimo de burla, arrogancia, insensatez, maldad, y crueldad. Se opone directamente a la disposición humilde, temerosa de Dios, sumisa, modesta, confiada, y llena de fe, que es agradable a Dios.

“El orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, yo aborrezco”, dice Dios (Proverbios 8:13)

Ningún defecto se opone más a Dios que este. Dios odia el orgullo porque es una manifestación de la más profunda depravación, la raíz de todas las formas de pecado. El principal defecto y el mayor mal, es el orgullo, el cual te hace alejarte de Dios y considerarte mejor que El, es un pensamiento  y acto de total blasfemia, fue por orgullo que Satanas se convirtió en el diablo. El orgullo conduce a todos los demás defectos, es el completo estado de la mente en contra de Dios

El orgullo es una condición del corazón, en la que una persona ha suplantado el gobierno de Dios sobre su vida, con el gobierno de su propia voluntad. En lugar de depender enteramente de Dios, como era el designio de Dios, un corazón orgulloso ahora se ve a sí mismo para decidir lo que es bueno y malo. Este fue exactamente el error de Adán y Eva cuando decidieron desobedecer a Dios para ser como Dios.

El orgullo es un acto de rebelión contra Dios. La Biblia a menudo describe a Dios ejerciendo castigo sobre los soberbios. El rey Nabucodonosor de Babilonia puso su mirada altiva sobre sus logros y sufrió las devastadoras consecuencias.

 “¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?”. Inmediatamente fue reducido a un estado animal hasta que se humilló lo suficiente (Daniel 4:30).

Hablando con la mente de Dios, el rey David dijo: “Destruiré al que en secreto calumnia a su prójimo; No toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante” (Salmo 101:5). 

En el Salmo 10 declara que el orgullo es ateísmo práctico: “El impío, en la arrogancia de su rostro, no busca a Dios. Todo su pensamiento es: ‘No hay Dios’” (Salmo 10:4). 

Santiago declara que Dios actúa con un favor especial hacia los que son humildes, pero con feroz juicio contra los que son orgullosos. “Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). 

La persona orgullosa enfrenta la ira justa de Dios. Sin embargo, aunque el orgullo es el pecado principal, también puede ser perdonado. Puede ser perdonado por el humilde Salvador, “el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8). Dios se humilló a sí mismo haciéndose hombre, sufriendo la indignidad de la muerte, llevando el pecado de la humanidad. El humilde se sustituyó a sí mismo por los soberbios.

Cristo se humilló a sí mismo, por eso pudo ser justamente exaltado. “Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). 

Se humilló para que nosotros también pudiéramos ser exaltados. Pero nuestra exaltación requiere primero humildad. Llegar alto requiere ir hacia abajo primero. “Humíllense en la presencia del Señor”, dice Santiago, “y El los exaltará” (Saniago 4:10). La esperanza de la orgullosa humanidad es la fe humilde en el humilde Salvador.

 Confiese su orgullo, deje de pensar que no necesita a Dios, sea humilde y recibirá su perdón.



LA AMBICION

"Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. "
Lucas12:13-15 

La ambición, es el deseo desmedido por el poder, riquezas y fama. En nuestra vida diaria, nos enfrentamos a diversos deseos materiales, los cuales entran por los ojos o seducen por los oídos y si no tenemos una roca firme a la cual no hemos de anclar, podemos saltar de uno a otro sin poder satisfacer nuestro deseo.  Porque el ojo nunca se cansa de ver, el oido de escuchar y el tacto de sentir, son esas ambiciones las que obsesionan la mente humana, cuando desea alcanzar algo que no tiene.

Cuando el ser humano acumula mucha riqueza sin necesidad, solo para aumentar sus bienes materiales, se envanece en su prosperidad, pensando que ya no necesita nada, solamente tiene que disfrutar porque ya tiene todo cubierto,  sin embargo, no piensa en su pobreza espiritual, porque esta muerto en espíritu, es un humano natural que solo vive pensando en lo terrenal. No obstante, Dios puede tomar tu vida en cualquier momento y si no te importa arreglar las cosas con Él, el destino de tu alma será el lago de fuego.  Por ello Cristo nos enseña, que no debemos olvidar lo mas importante: tener una abundante relacion con Dios, ser rico en espíritu y no en la materia, como lo dice en Lucas 12:16

“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”
 
Sin duda, es importante esforzarse por tener lo necesario para vivir y disfrutar de lo adquirido, pero no debe convertirse en una obsesión donde solo se vive y se piense en la comida, el vestido y los placeres que el dinero compra. Dios nos hizo una promesa que siempre se cumple, si buscamos primero el reino de Dios, todas las cosas que necesitemos y aún más se nos darán por añadidura, por el hecho de buscar primero al Todopoderoso Dueño y Creador absoluto de lo existente. Por lo tanto, nunca nos faltara nada si estamos con Él, como dijo Jesús en Lucas 12:25

  “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo mas que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?  Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas."

Cada día vivimos en nuestro afán por seguir adelante, trabajando diariamente sumergidos en el mundo material, pensando en pagar o comprar objetos y servicios, además de disfrutar de las diversiones mundanas. Con gran apego y ambición por lo tangible, sin compartir nada con el desafortunado, tratando los diversos problemas familiares, laborales y personales que absorben la mente. Pero se rechaza pensar en el mundo espiritual, para así formar un tesoro en el cielo, donde nadie lo roba y no se destruye. Un tesoro inagotable que viene de la fe en Dios, del cultivo diario de las virtudes humanas, de la oración y lectura de la palabra de Jesús. Porque donde está tú tesoro también ahí estará tu corazón, y cuando este le pertenece a Cristo hay vida eterna y herencia en el cielo. Pero si tu corazón le pertenece al mundo y sus placeres, entonces solo hay alegría efímera y tormento en el lago de fuego. La decisión es simple y sencilla; busca a Dios para que te ayude en todo y nunca te falté nada. No ambiciones lo material, suelta y comparte, como dice Lucas en 12:32.

 "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."

El dinero esclaviza a la humanidad, el amor al dinero pervierte la mente y corazón, convirtiéndolo en un ser sin moral, donde la virtud no vale nada, porque todo lo material se puede comprar, entonces lo espiritual queda desplazado y ahora reina su nuevo dios el poderoso dinero. Es necesario tener un equilibrio y comprender que el dinero solo es un medio con el cual se pueden las satisfacer necesidades básicas, ayudar a la familia y los desafortunados, no tiene otra función que deba dominar en los pensamientos, porque entonces el espíritu quedara muerto ante el brillo del oro, como lo explica segunda de Pedro 2:15 

“Balaam y su amor por el dinero, dejando el camino recto,  se  extravió, amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.”

Es el dinero es un poderoso hechizo de sátanas, el cual seduce a la gente con su falso brillo de poder, fama, conocimiento y magia pero todo ello es solo una ilusión,  un efímero placer,  una  mentira que condena el alma ante la verdad de Cristo, el dinero es un medio necesario en este mundo y se debe usar con mesura para no ser un esclavo del deseo, porque todo lo que se puede comprar sera reducido  a cenizas y solo permanecen los tesoros que se formaron en el alma, los tesoros del cielo que no se corrompen y nadie los puede robar, el amor al dinero es el origen de todos los males porque ese amor, llevara a otros pecados en una cadena con terribles resultados, adulterio, robo, violencia, homicidio, etc. Como dice Timoteo 6:10

 "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."

Las Escrituras enseñan claramente, que los que buscan el honor y la estima de los hombres, no pueden creer en Jesús. Aquellos cuya ambición es la de ser populares en el mundo, no pueden ser verdaderos y fieles siervos de Jesucristo. Si nuestra ambición es buscar las cosas del mundo, en realidad estamos buscándonos a nosotros mismos, viviendo nuestro ego, negando a Cristo y su sacrificio.  Pero si nuestra ambición es buscar y honrar a Cristo, estamos seguros de su profunda promesa.