lunes, 24 de febrero de 2020

LA NORMALIZACION DE LA BLASFEMIA

Para los que crecimos en un ambiente secular las bromas sobre la fe y religión eran normales. La cultura cotidiana de cada país es el entero contexto, donde la fe se encapsula en el acto de ir los domingos a la iglesia, algunas veces, y repetir los festejos anuales, aunque no se entiendan. Se festeja la navidad y se recuerda la semana santa. Sin embargo, no se cree en nada de ello, solo es una costumbre tradicional, repetida, poco reflexionada y al final menospreciada. En este ambiente de familia secular crecemos muchos, donde no hay un contexto verdadero de fe, solo tradiciones católicas mal entendidas. Y en este mismo contexto esta el cursar los estudios, e inevitablemente al llegar al nivel medio o superior, se encuentra uno con la idea de que la superioridad intelectual esta en el escepticismo, el taimado ateísmo o el satanismo.

Encontrar a un joven creyente en un ambiente escolar tipo UNAM, por ejemplo, es como encontrar una aguja en un pajar. Muy al contrario, es el hervidero de anarquistas, comunistas, satanistas y en gran medida ateos. Este es el ambiente del que yo provengo.

De esta manera era de lo mas normal escuchar bromas sobre la fe, menosprecio a los creyentes y una absurda adoración de filósofos europeos. Fue un tiempo insoportable, pero desde entonces aprendí a buscar la soledad en medio de la multitud escandalosa sin pensamientos propios. Esto lejos de cambiar en la universidad solo se intensifica. Ya en ese grado fue cuando conocí a personas que se declaraban abiertamente satanistas, y el ambiente artístico estaba plagado de arrogancia y estupidez. En esos tiempos yo tampoco estaba atraído por el cristianismo ni la fe, pero si estaba en una búsqueda de mi propia creencia y de Dios para mi vida. También en esa época deseaba mas la soledad que la forzosa convivencia.

Recuerdo a un tipo, talentoso para el dibujo, de mas edad que la mayoría, que al final se asocio con un compañero. Este gustaba por burlarse de la fe en su Facebook, teniendo incluso una rutina semanal llamada “miércoles de blasfemia”, donde publicaba memes y burlas hacia Jesus Cristo, mi Rey y Salvador, denostándolo de todas las formas posibles; humorísticas, grotescas, humillantes, aberrantes, todas con un tono de superioridad intelectual. ¿Cuál seria la necesidad por hacer todo ello? Al tener habilidad para el dibujo se decía a sí mismo “chingon”, juzgándose superior a los demás por esa habilidad en particular. Lo ultimo que supe de el fue que estaba pidiendo ayuda económica a sus conocidos por Facebook por que el embarazo de su esposa era de alto riesgo. Tuve la tentación de burlarme y regodearme en su desgracia, que seguro apenas comenzaba, pero no era lo correcto, así que solo lo ignoré, pero guardé el recuerdo.

Ese tipo de personas, sin mucha gracia personal tampoco, son el parámetro que tengo para el estándar del ateo arrogante e ignorante. Es la clase de persona que afirma haber leído la biblia completa y conocerla mas que cualquier creyente. El tipo del recuerdo anterior debe estar ahora en sus cuarentas, y seguramente no cambiara ni al ver consumida su vida por malas decisiones. Su perfil es el de un seguidor ferviente de las ideas preestablecidas del mundo, el big bang, los dinosaurios y su extinción, cree que los pueblos prehispánicos eran buenos y avanzados en su politeísmo, y en general alguien que se traga sin preguntas todas las versiones oficiales de la ciencia y el estado. Su capacidad critica solo se aplica a las religiones, por que leyó alguna vez a Nietzsche o Spinoza, pero se cree todo lo que un parapléjico empoderado diga del universo. Este perfil es el más estandarizado y fácil de encontrar, sobre todo en los que se sienten mas letrados por cursar la educación superior.

Pero estas personas sin pensamiento propio no son el resultado de su esfuerzo personal, ni mucho menos, sino al contrario, son el producto que resulta de un consumidor de la cultura secular normalizada. Es decir, el espectador promedio del cine de Marvel, admirador de Hollywood, con una infancia influenciada por Disney y los Simpson, cumpliendo y estudiando con los programas de la Unesco para la educación básica obligatoria, y algunas veces con acceso al nivel universitario, que los radicaliza aún peor.

El consumidor promedio de Netflix, por ejemplo, absorbe constantemente aberrantes mensajes de blasfemia y burla a Dios. Todo con aparente normalidad, sin palpables consecuencias. Así los individuos observan programas sobre brujas feministas adolescentes que adoran al baphomet y realizan oraciones satánicas mientras se burlan de Dios, como si fuera un programilla más, un caramelo visual al que después seguirán otro, y otro, y otro sin parar. Son innumerables la cantidad de blasfemia que se dicen en la totalidad de las series populares de todo el mundo. Desde Juego de tronos hasta la novela mas local de cada país, se blasfema y ofende a Dios con todas sus capacidades.
Es de esperar que, al observar y escuchar constantemente burlas y desprecio, se comience a imitar ese comportamiento. Si este ateísmo o satanismo resuena en el corazón y mente, lo abrazaran de manera tan natural que se volverá el modo normal de expresarse. Esto ocurre inevitablemente en todos los ambientes sociales, desde familia, escuela, trabajo, y cualquier ambiente que este repleto de humanos. La única manera de librarse de ello es rechazarlo, y buscar la tranquilidad de la reflexión y el pensamiento propio.

Si alguien desea liberarse de esta prisión invisible de influencias, debe ser valiente y decidido. Pues el rechazar esas ideas preestablecidas y compartidas por el mundo entero significara el ser un verdadero rebelde. Al sentir desprecio por esas blasfemias, ellos te despreciaran de regreso, dando lugar a una batalla constante, sobre todo, en la mente.

Porque las ideas blasfemas no dejarán de llegar a la mente, aunque el primer paso sea no verbalizarlas, evitar hablarlas en voz alta, el objetivo es lograr controlarlas en la mente. Y aun así no dejaran de llegar, pero uno puede ser critico con las propias ideas que invaden la mente. El preguntarse el porque se piensa ello, o responder con otro pensamiento alternativo. El método de enfrentarse a esta imposición mental es individual, no se si una formula pueda servir para todos los individuos. Pero es un hecho que el mero esfuerzo de resistirse a esas blasfemias ya implica una victoria. Aunque no lo logremos por completo, la intención de hacerlo ya va determinando un “camino”.

Pero este acto tan personal e introspectivo se transformará en un agresivo campo de batalla. En la naturaleza espiritual del ser humano, donde otros espíritus buscaran imponer su voluntad. Es un asunto incluso abstracto, pues ¿Cómo podría otra voluntad tratar de influenciar en mi mente? Para alguien que no cree en la dimensión espiritual de la realidad y los humanos, el hecho de tener ideas en la mente implica que fueron generados necesariamente por ellos mismo, otra posibilidad solo es locura. De esta manera es imposible diferenciar, controlar u oponerse a los pensamientos de blasfemia, pues se considerarán como parte de uno mismo y la propia personalidad.

Por el contrario, para el individuo que cree en la complejidad de la realidad, donde muchas cosas no se perciben con la vista, la naturaleza humana se encuentra en cuerpo, alma y espíritu, podrá asimilar que existen seres incorpóreos en el tejido de la misma realidad. Algunos les llamas fantasmas, apariciones, animas, demonios, sombras, djins, etc. Y de igual manera saber que todos, espíritus encarnados y desencarnados, estamos sujetos a la voluntad del Creador, quien es el Señor de los Espíritus, como lo nombra Enoc.

Parece que siempre estamos en desventaja, en un mundo caído y maldito, donde todos somos egoístas y ensimismados, batallando por el diario subsistir, como para además agregarle esta exigencia absurda. Pero en realidad no estamos solos ni en desventaja, pues tenemos al Espíritu Santo, nuestro maestro y soporte, que ya nos ha dado la victoria. El poner mayor atención a los propios pensamientos no solo evitara la constante blasfemia, sino que agudizara la capacidad de concentrarse en cualquier ámbito de la mente.

Aunque el mundo entero se dirija sin pensar hacia un desfiladero, nosotros como individuos podemos aspirar a la salvación de nuestra alma, al entregarnos en fe, aunque sea locura para el mundo, a nuestro Dios Creador, a través de su hijo, que es El mismo, nuestro Señor, rey y salvador Jesús, el Mesías.

1 Timoteo 1:13-15 “… habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; más fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue mas abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”













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