Para los que crecimos en un ambiente secular las bromas
sobre la fe y religión eran normales. La cultura cotidiana de cada país es el
entero contexto, donde la fe se encapsula en el acto de ir los domingos a la
iglesia, algunas veces, y repetir los festejos anuales, aunque no se entiendan.
Se festeja la navidad y se recuerda la semana santa. Sin embargo, no se cree en
nada de ello, solo es una costumbre tradicional, repetida, poco reflexionada y
al final menospreciada. En este ambiente de familia secular crecemos muchos,
donde no hay un contexto verdadero de fe, solo tradiciones católicas mal
entendidas. Y en este mismo contexto esta el cursar los estudios, e
inevitablemente al llegar al nivel medio o superior, se encuentra uno con la
idea de que la superioridad intelectual esta en el escepticismo, el taimado
ateísmo o el satanismo.
Encontrar a un joven creyente en un ambiente escolar
tipo UNAM, por ejemplo, es como encontrar una aguja en un pajar. Muy al contrario,
es el hervidero de anarquistas, comunistas, satanistas y en gran medida ateos.
Este es el ambiente del que yo provengo.
De esta manera era de lo mas normal escuchar bromas sobre la
fe, menosprecio a los creyentes y una absurda adoración de filósofos europeos.
Fue un tiempo insoportable, pero desde entonces aprendí a buscar la soledad en
medio de la multitud escandalosa sin pensamientos propios. Esto lejos de
cambiar en la universidad solo se intensifica. Ya en ese grado fue cuando
conocí a personas que se declaraban abiertamente satanistas, y el ambiente
artístico estaba plagado de arrogancia y estupidez. En esos tiempos yo tampoco
estaba atraído por el cristianismo ni la fe, pero si estaba en una búsqueda de
mi propia creencia y de Dios para mi vida. También en esa época deseaba mas la
soledad que la forzosa convivencia.
Recuerdo a un tipo, talentoso para el dibujo, de mas edad
que la mayoría, que al final se asocio con un compañero. Este gustaba por
burlarse de la fe en su Facebook, teniendo incluso una rutina semanal llamada
“miércoles de blasfemia”, donde publicaba memes y burlas hacia Jesus Cristo, mi
Rey y Salvador, denostándolo de todas las formas posibles; humorísticas,
grotescas, humillantes, aberrantes, todas con un tono de superioridad
intelectual. ¿Cuál seria la necesidad por hacer todo ello? Al tener habilidad
para el dibujo se decía a sí mismo “chingon”, juzgándose superior a los demás
por esa habilidad en particular. Lo ultimo que supe de el fue que estaba
pidiendo ayuda económica a sus conocidos por Facebook por que el embarazo de su
esposa era de alto riesgo. Tuve la tentación de burlarme y regodearme en su
desgracia, que seguro apenas comenzaba, pero no era lo correcto, así que solo
lo ignoré, pero guardé el recuerdo.
Ese tipo de personas, sin mucha gracia personal tampoco, son
el parámetro que tengo para el estándar del ateo arrogante e ignorante. Es la
clase de persona que afirma haber leído la biblia completa y conocerla mas que
cualquier creyente. El tipo del recuerdo anterior debe estar ahora en sus
cuarentas, y seguramente no cambiara ni al ver consumida su vida por malas decisiones.
Su perfil es el de un seguidor ferviente de las ideas preestablecidas del
mundo, el big bang, los dinosaurios y su extinción, cree que los pueblos
prehispánicos eran buenos y avanzados en su politeísmo, y en general alguien
que se traga sin preguntas todas las versiones oficiales de la ciencia y el
estado. Su capacidad critica solo se aplica a las religiones, por que leyó
alguna vez a Nietzsche o Spinoza, pero se cree todo lo que un parapléjico
empoderado diga del universo. Este perfil es el más estandarizado y fácil de
encontrar, sobre todo en los que se sienten mas letrados por cursar la
educación superior.
Pero estas personas sin pensamiento propio no son el
resultado de su esfuerzo personal, ni mucho menos, sino al contrario, son el
producto que resulta de un consumidor de la cultura secular normalizada. Es
decir, el espectador promedio del cine de Marvel, admirador de Hollywood, con
una infancia influenciada por Disney y los Simpson, cumpliendo y estudiando con
los programas de la Unesco para la educación básica obligatoria, y algunas
veces con acceso al nivel universitario, que los radicaliza aún peor.
El consumidor promedio de Netflix, por ejemplo, absorbe
constantemente aberrantes mensajes de blasfemia y burla a Dios. Todo con
aparente normalidad, sin palpables consecuencias. Así los individuos observan
programas sobre brujas feministas adolescentes que adoran al baphomet y
realizan oraciones satánicas mientras se burlan de Dios, como si fuera un programilla
más, un caramelo visual al que después seguirán otro, y otro, y otro sin parar.
Son innumerables la cantidad de blasfemia que se dicen en la totalidad de las
series populares de todo el mundo. Desde Juego de tronos hasta la novela mas
local de cada país, se blasfema y ofende a Dios con todas sus capacidades.
Es de esperar que, al observar y escuchar constantemente
burlas y desprecio, se comience a imitar ese comportamiento. Si este ateísmo o
satanismo resuena en el corazón y mente, lo abrazaran de manera tan natural que
se volverá el modo normal de expresarse. Esto ocurre inevitablemente en todos
los ambientes sociales, desde familia, escuela, trabajo, y cualquier ambiente
que este repleto de humanos. La única manera de librarse de ello es rechazarlo,
y buscar la tranquilidad de la reflexión y el pensamiento propio.
Si alguien desea liberarse de esta prisión invisible de
influencias, debe ser valiente y decidido. Pues el rechazar esas ideas
preestablecidas y compartidas por el mundo entero significara el ser un
verdadero rebelde. Al sentir desprecio por esas blasfemias, ellos te
despreciaran de regreso, dando lugar a una batalla constante, sobre todo, en la
mente.
Porque las ideas blasfemas no dejarán de llegar a la mente,
aunque el primer paso sea no verbalizarlas, evitar hablarlas en voz alta, el
objetivo es lograr controlarlas en la mente. Y aun así no dejaran de llegar,
pero uno puede ser critico con las propias ideas que invaden la mente. El
preguntarse el porque se piensa ello, o responder con otro pensamiento
alternativo. El método de enfrentarse a esta imposición mental es individual,
no se si una formula pueda servir para todos los individuos. Pero es un hecho
que el mero esfuerzo de resistirse a esas blasfemias ya implica una victoria.
Aunque no lo logremos por completo, la intención de hacerlo ya va determinando
un “camino”.
Pero este acto tan personal e introspectivo se transformará
en un agresivo campo de batalla. En la naturaleza espiritual del ser humano,
donde otros espíritus buscaran imponer su voluntad. Es un asunto incluso
abstracto, pues ¿Cómo podría otra voluntad tratar de influenciar en mi mente?
Para alguien que no cree en la dimensión espiritual de la realidad y los
humanos, el hecho de tener ideas en la mente implica que fueron generados
necesariamente por ellos mismo, otra posibilidad solo es locura. De esta manera
es imposible diferenciar, controlar u oponerse a los pensamientos de blasfemia,
pues se considerarán como parte de uno mismo y la propia personalidad.
Por el contrario, para el individuo que cree en la
complejidad de la realidad, donde muchas cosas no se perciben con la vista, la
naturaleza humana se encuentra en cuerpo, alma y espíritu, podrá asimilar que
existen seres incorpóreos en el tejido de la misma realidad. Algunos les llamas
fantasmas, apariciones, animas, demonios, sombras, djins, etc. Y de igual
manera saber que todos, espíritus encarnados y desencarnados, estamos sujetos a
la voluntad del Creador, quien es el Señor de los Espíritus, como lo nombra
Enoc.
Parece que siempre estamos en desventaja, en un mundo caído
y maldito, donde todos somos egoístas y ensimismados, batallando por el diario
subsistir, como para además agregarle esta exigencia absurda. Pero en realidad
no estamos solos ni en desventaja, pues tenemos al Espíritu Santo, nuestro
maestro y soporte, que ya nos ha dado la victoria. El poner mayor atención a
los propios pensamientos no solo evitara la constante blasfemia, sino que
agudizara la capacidad de concentrarse en cualquier ámbito de la mente.
Aunque el mundo entero se dirija sin pensar hacia un
desfiladero, nosotros como individuos podemos aspirar a la salvación de nuestra
alma, al entregarnos en fe, aunque sea locura para el mundo, a nuestro Dios
Creador, a través de su hijo, que es El mismo, nuestro Señor, rey y salvador
Jesús, el Mesías.
1 Timoteo 1:13-15 “… habiendo yo sido antes blasfemo,
perseguidor e injuriador; más fui recibido a misericordia porque lo hice por
ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue mas abundante
con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser
recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,
de los cuales yo soy el primero.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario