sábado, 25 de enero de 2020

LA HISTORICIDAD DE JESUS

Jesús aparece mencionado en repetidas ocasiones en obras de historiadores romanos como Tácito, Suetonio, Flavio Josefo y Plinio el Joven.

El catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, Santiago Guijarro, asegura en un reportaje que publica ABC sobre este asunto que “la muerte en cruz es el hecho histórico mejor atestiguado de la biografía de Jesús”. Y en esta línea coinciden importantes historiadores como el ya fallecido Michael Grant, que afirmaba que hay más evidencia de que existió Jesús que la que hay de importantes personajes históricos paganos. Además, indicaba que “Jesús sí existió y sabemos más de él que de cualquier palestino judío antes del 70 d.C”.

Igualmente, F.F. Bruce, también fallecido, y autor de la obra ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento? indicaba de manera contundente que “para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César”. Estos expertos se basan en los textos de historiadores del siglo I y II completamente independientes y que no eran seguidores de Jesús. Sus crónicas hablaban de Jesús y de sus hechos portentosos y que “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”, tal y como se recita en el Credo.

De entre estos historiadores destaca sobre todo Flavio Josefo, judío romanizado que vivió del 37 al 110 y que hizo crónicas muy detalladas de lo ocurrido en Palestina. En su texto conocido como Testimonium flavianum de su libro Antigüedades judías (91-94) aparecen referencias a Jesús como esta: “En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido”.

Entre paréntesis aparecen los fragmentos que los expertos debaten si pudieron ser o no añadidos posteriormente. Pero la esencia y en lo que hay consenso sobre su autenticidad es que Jesús existió siendo la figura que mostraron los Evangelios."Jesús, que es llamado Mesias" En otra parte de su obra, Josefo explica el martirio de Santiago haciendo referencia a “Jesús, que es llamado Mesías”.

Otro importante historiador que habla de Jesús y que los expertos de la actualidad dan total credibilidad es Tácito (56-118 d.C.). El historiador romano menciona a “Cristo” en su obra Anales ya al final de su vida cuando habla del incendio de Roma en el año 64 en tiempos del emperador Nerón.

Tácito recoge que Jesús fue ejecutado por Poncio Pilato. Tácito informa de las sospechas existentes acerca de que había sido el propio Nerón el que habría ordenado prender fuego a la ciudad y recoge cómo “para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba ‘crestianos’, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.

Estos historiadores confirman que Jesús "padeció bajo el poder de Poncio Pilatos"

Aunque Josefo y Tácito son las fuentes más claras también existen otras antiguas que citan a Cristo, como Plinio, el joven (112 d.C) que siendo procónsul en Bitinia escribió una carta al emperador Trajano, y que se conserva en la actualidad, para preguntarle que debía hacer con los cristianos. Hasta tres veces aparece la palabra “Cristo” en su escrito.

Plinio el Joven fue un abogado, escritor y científico de la antigua Roma, cita varias veces a Cristo. Esto decía en su carta a Trajano: “Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo. Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. (Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem.) Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen”. Por su parte, Trajano contestó a Plinio diciéndole que no buscara a los cristianos pero cuando se les acusara debían ser castigados a no ser que se retractaran.

Suetonio también habla de los cristianos en Roma, un historiador romano que vivió del 70 al año 140. En su libro Sobre la vida de los césares menciona la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio, que “andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus”. Para la gran mayoría de los historiadores contemporáneos este “Chrestus” es Cristo puesto que era frecuente que los paganos confundieran a Christus y Chrestus y porque no existe ninguna constancia ni testimonio sobre ningún Chrestus agitador.

Thallus fue un historiador que escribió en griego koiné. Él escribió una historia de tres volúmenes del mundo mediterráneo. La mayor parte de su obra, al igual que la gran mayoría de la literatura antigua, se ha perdido, aunque algunos de sus escritos fueron citados por Sexto Julio Africano en su Historia del Mundo, escrita hacia el 221 d.C., es como nos ha llegado algunos fragmentos de la obra de Thallus. En particular un fragmento en el cual habla del tiempo de oscuridad que se produce durante la crucifixión de Jesucristo, dice que encontró una referencia de ello en el tercer libro de la Historia de Thallus.


"En todo el mundo hubo una oscuridad terrible, y las rocas se partieron por un terremoto, y muchos lugares de Judea y otros lugares quedaron destruidos."

Otra referencia habla de las habilidades de Jesús Cristo
"En cuanto a Sus obras en forma individual, y a Sus curas efectuadas en cuerpo y alma, y a los misterios de Su doctrina, y a la resurrección de entre los muertos, estos han sido establecidos con autoridad por sus discipulos y apóstoles ante nosotros"


Celso fue un filósofo y escritor griego que vivió en el siglo II. Su figura transcendió históricamente debido a que escribió una serie de textos contra el cristianismo, escritos y teorías que fueron contestados por el filósofo Orígenes. Su obra más conocida, el Discurso verdadero.
Se cree que, dada la creciente propagación del cristianismo ya denunciada por Plinio el Joven, Celso dirigió sus escritos contra esta religión y en especial para contrarrestar las conversiones entre paganos.
En el siguiente fragmento Celso trata de desacreditar la divinidad de Jesús


"¿Qué razones os autorizaban a creer que él era Hijo de Dios? Y, decís, porque él sufrió el suplicio para destruir la fuente del pecado. — Pero ¿no hay millares de otros que fueron ejecutados, y no con menos ignominia? (...) ¿Qué razón, a fin de cuentas, os persuade a creer en él? ¿Es porque predijo que después de muerto resucitaría? Pues bien, sea, admitamos que hubiera dicho eso. ¡Cuántos otros esparcen también maravillosas fanfarronadas para abusar y explotar la credulidad popular!(...) Convendría previamente examinar si alguna vez alguien, realmente muerto, resucitó con el mismo cuerpo."

El también escritor griego Luciano de Samosata escribió en el año 165 una sátira sobre los cristianos en su obra "La muerte de Peregrino." Hace referencia a Cristo para burlarse. 

El siguiente fragmento Luciano en su sátira hace una descripción de Jesús Cristo:
“Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (...) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes”, escribía.

Mara bar-Serapión fue un filósofo estoico de la provincia romana de Siria. En algún momento entre el 73 d. C. y el siglo III, Mara escribió una carta a su hijo que puede contener una temprana referencia no cristiana de la crucifixión de Jesús. La carta se refiere al trato injusto de los «tres hombres sabios»: el asesinato de Sócrates, la quema de Pitágoras, y la ejecución de «el rey sabio» de los judíos, es rey sabio era Cristo Jesús. ​ El autor explica que en los tres casos el delito resultó en el castigo futuro de los responsables por Dios, y que cuando los sabios están oprimidos, no solamente triunfan en la sabiduría al final, sino que Dios castiga a sus opresores.


La carta no incluye temas cristianos y se supone que el autor es un pagano. Algunos estudiosos ven la referencia a la ejecución del «rey sabio» de los judíos como una temprana referencia no cristiana a Jesús.​ Estudiosos como Robert Van Voorst ven pocas dudas de que la referencia a la ejecución del «rey de los judíos» se trata de la muerte de Jesús.

El Talmud de Babilonia en algunos casos incluye posibles referencias a Jesús utilizando los términos «Ieshu», «Ieshu ha-Notzri», «ben Stada» y «ben Panthera».


Van Voorst afirma que si bien la cuestión de quién se hace referencia en varios puntos en el Talmud sigue siendo objeto de debate entre los estudiosos, en el caso de Sanedrín 43a generalmente se considera la referencia más importante para Jesús en la literatura rabínica, Jesús puede ser confirmado como el tema del pasaje, no sólo de la propia referencia, sino también por el contexto que lo rodea, y no hay duda de que se refiere a la muerte de Jesús de Nazaret.

 Christopher M. Tuckett establece que si se acepta que la narrativa de muerte de Sanedrín 43a se refiere a Jesús de Nazaret, entonces proporciona evidencia de la existencia de Jesús, y de su ejecución.

Andreas Köstenberger establece que el pasaje es una referencia tanaítica al juicio y muerte de Jesús en la Pascua y es muy probablemente más antigua que otras referencias a Jesús en el Talmud.​ El pasaje refleja la hostilidad hacia Jesús entre los rabinos e incluye este texto:


"Se enseña: En la víspera de la Pascua colgaron a Ieshu. El pregonero salió cuarenta días declarando que: «[Ieshu] va a ser apedreado por practicar la brujería, por atraer y conducir a Israel por mal camino. Cualquiera que sepa algo que lo justifique, debe presentarse y exculparlo». Pero nadie se presentó a justificarle, y se le colgó la víspera de Pascua."

Otra referencia en la literatura rabínica de principios del siglo II (Tosefta Hullin II, 22) se refiere a Rabí Eleazar ben Dama que fue mordido por una serpiente, pero se le negó la curación en el nombre de Jesús por otro rabino porque era contrario a la ley, y así murió. Este pasaje refleja la actitud de los primeros oponentes judíos de Jesús, es decir, que sus milagros estaban basadas en los poderes del mal.

R.T. France y, por separado, Edgar V. McKnight exponen que la divergencia de las declaraciones del Talmud con las narrativas cristianas y su naturaleza negativa indica que son de una persona que existió.​ Craig Blomberg señala que la negación de la existencia de Jesús nunca fue parte de la tradición judía, que en su lugar lo acusó de ser un brujo y mago, como también se refleja en otras fuentes, como Celso. Andreas Köstenberger señala que la conclusión general que se puede extraer de las referencias en el Talmud es que Jesús fue un personaje histórico cuya existencia nunca fue negada por la tradición judía, que en su lugar se centró en desacreditarlo.

Osuario de Jacobo. Existe una caja de sepultura de piedra caliza del siglo I, conocida como el osario de Jacobo, con la inscripción en arameo «Jacobo, hijo de José, hermano de Jesús». La autenticidad de la inscripción fue cuestionada por la autoridad de antigüedades de Israel, que presentó una denuncia ante la policía israelí. En 2012, el propietario del osario fue declarado no culpable, la sentencia del juez indicó que la autenticidad de la inscripción del osario no se había demostrado en ambos sentidos.​ Un estudio de 2014 reportó evidencia de que la inscripción es auténtica,​ en contraste con un estudio anterior que había sugerido que era una falsificación.

La teoría del mito de Jesús es la afirmación de que Jesús de Nazaret nunca existió. Esta teoría tiene muy escaso apoyo entre los estudiosos actuales. La teoría disfrutó una breve popularidad en la Unión Soviética, donde fue apoyada por Sergey Kovalev, Alexander Kazhdan, Abram Ranovich, Nikolai Rumyantsev, Robert Wipper y Yuri Frantsev.​ Más tarde, sin embargo, varios estudiosos, entre ellos Kazhdan, se habían retractado de sus puntos de vista sobre el Jesús mítico y a finales de la década de 1980 el apoyo a la teoría se convirtió en casi inexistente en el mundo académico soviético.

Casi todos los estudiosos modernos, desde el punto de vista mayoritario están de acuerdo en que Jesús existió y la mayoría de los eruditos bíblicos e historiadores clásicos ven las teorías de su inexistencia refutadas eficazmente.​ No hay evidencia hoy que la existencia de Jesús fue alguna vez negada en la antigüedad por los que se oponían al cristianismo. Casi todos los estudiosos de la antigüedad coinciden en que Jesús existió,​ pero los eruditos difieren sobre la historicidad de episodios específicos descritos en los relatos bíblicos de Jesús. Los únicos dos eventos sujetos a un asentimiento casi universal son que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y fue crucificado por orden del prefecto romano Poncio Pilato.


miércoles, 1 de enero de 2020

¿CUAL ES LA PERSONALIDAD DE DIOS?


La personalidad de Dios esta expresada en Cristo.
 Jesús dijo que quien lo había visto a él, había visto al Padre y que si lo conocieran a él, conocerían al Padre y también dijo que el Padre y él eran uno mismo. Finalmente Jesús dijo que desde ahora lo conocen y han visto al Padre. Por lo tanto Jesús es Dios encarnado y representa su personalidad divina.

Todos conocemos lo que hizo en esta tierra, curó a los enfermos, alimentó a los hambrientos, enseñó el camino de la verdad con una sabiduría que supero a todos los sabios de la humanidad, predicó aun cuando los fariseos y saduceos querían matarlo. Vivía de manera humilde, solo con lo necesario, eso habla de su personalidad por encima de los deseos y vanidades del mundo, además de misericordioso, servicial, amable, valiente, amoroso, compasivo y justo, estaba en constante oración pidiendo a Dios Padre por todos los humanos, también hizo gala de su gran poder reprendiendo y calmando a las tormentas en el mar, caminando sobre el agua, expulsando demonios de la gente, multiplicando peces y pan para alimentar a los hambrientos, curando a los ciegos, mudos, sordos, paralíticos y finalmente mostrando el gran amor que tiene por los sere humanos, ofreciendo su propia vida en pago por todos los pecados de la humanidad, su sangre divina fue derramada en la cruz y resucito al tercer día como el bondadoso, humilde y poderoso Dios que es.

Jesús fue el líder perfecto, su palabra tenia gran poder de convencimiento, disciplinaba con firmeza y justicia, era conciliador, pacifico, espiritual, siempre haciendo la voluntad de Dios Padre y en eterna comunión. La hermosa personalidad de Jesús esta resaltada en los evangelios, en ellos se explica las virtudes de Jesús.

Creciendo en un mundo secular, que con las teorías científicas y diversas ideologías que se escudan en lo humanista, espiritista o extrasensorial, buscan hacer atea a la población, con lo cual es fácil crecer con ideas inducidas sobre la evolución, el humanismo, la relatividad moral, y la tolerancia a todas las manifestaciones de comportamiento humano. Por ello es fácil pasar por alto el ejemplo único que significa la vida y obra en la tierra de Jesús. Siendo del linaje real de David, de la casa de Judá, anduvo por el mundo con humildad y sabiduría. En el corazón de la fe cristiana, esta la firme creencia, seguridad y fe, en que Jesús caminó sin pecado por el mundo, siendo el Adán perfecto que cumplió la palabra y voluntad de Dios nuestro Creador de manera perfecta, diligente, humilde y valientemente. Con una gran firmeza de carácter se enfrento a los religiosos empoderados de la época, a los poderes políticos y la naturaleza voluble del ser humano. Su inteligencia y sabiduría está por encima de cualquier humano, y en la época de su encarnación lo demostró al responder a las preguntas mal intencionadas e inteligentes de los representantes de la ley hebrea.


Jesús Cristo sabía quién era y la razón por la que estaba en la tierra, lo cual le permitía guiar a sus seguidores basado en la certeza personal y no en la incertidumbre o en la debilidad. Jesús fue un líder perfecto en todo sentido.

Jesús dijo “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida” de este principio doctrinario se desprenden tres principios; la verdad equivale a la doctrina, la formación y aptitud del liderazgo, “lo que el líder cree”. El camino corresponde a la guía, los valores y la actitud del liderazgo, “lo que el líder es”. Finalmente, la vida se asocia al planteamiento práctico de la acción, su tiempo predicando en la tierra, la transformación de la vida, “lo que el líder hace”.

Jesús dijo: “Ven, sígueme.”, se regía por un método de imitación, como si dijera “Haz lo que yo hago”, en vez de “Haz lo que yo digo”. Él prefería caminar y obrar junto con aquellos a quienes tenía por misión servir. El suyo no fue un liderazgo ejecutado a la distancia. No les temía a las amistades estrechas ni tampoco a que la proximidad que pudiera existir con él desilusionara a sus seguidores. El verdadero liderazgo no puede levantar a nadie a menos que acompañemos y sirvamos a aquellos a quienes dirigimos.

Jesús amaba a su prójimo con un amor perfecto, escuchaba sin presunción. Él era un líder paciente, persuasivo y amoroso. Por haber amado a sus seguidores, Cristo estaba en condiciones de tratar con ellos de igual a igual, de ser sincero con ellos. Hubo veces en que amonestó a Pedro precisamente porque le amaba, y Pedro, por ser un gran hombre, maduró gracias a esas amonestaciones. Pedro pudo hacerlo, pues sabía que Jesús le amaba, y fue por eso que el Maestro lo preparó para ocupar un alto lugar de responsabilidad en la propagación de su mensaje. Un verdadero líder sabe como disciplinar a sus seguidores, guiándolos y preparándolos para mejorar su desempeño. Jesús jamás aprobó el pecado, pero veía en él algo que emergía del interior por necesidades insatisfechas de parte del pecador. Esta percepción le permitió condenar el pecado sin condenar al pecador.

Jesús ejerció un liderazgo abnegado y humilde. Siempre puso sus necesidades y a sí mismo en segundo plano, dedicando su tiempo a ayudar a sus semejantes a toda hora, y lo hizo infatigable, amorosa y eficazmente. Muchos líderes se rigen por el egoísmo, la arrogancia y el egocentrismo, demandando inflexiblemente en sus subordinados, a fin de satisfacer sus propias exigencias. Jesús enseñó que jamás puede haber progreso personal sin libertad. 

Jesús era sumamente perceptivo en cuanto a la gente y a los problemas que les afectaban. También poseía la capacidad de calcular a largo plazo el efecto y el resultado de sus declaraciones proféticas, no sólo en lo referente a aquellos que las escucharían de sus propios labios, sino también en quienes las leerían dos mil años después. A menudo vemos a líderes seculares que se apresuran a resolver problemas, buscando la forma de cortar el dolor presente sin darse cuenta de que con ellos no hacen otra cosa que crear aún mayores dificultades y dolor que experimentarán más tarde.


Jesús les hizo saber a sus seguidores que El creía en ellos y en sus posibilidades, lo cual le permitía ayudarles a mejorar la condición de sus almas por medio de sus logros. Tuvo el valor de llamar a Pedro y a otros de sus discípulos, pidiéndoles que dejaran su profesión de pescadores y le siguieran, no después de terminada la temporada de pesca ni inmediatamente después del próximo pez que pescaran, sino en ese mismo momento, sin esperas. Jesús creía en sus seguidores, no sólo por lo que ellos eran, sino por lo que tenían el potencial de llegar a ser. Jesús sabe las capacidades de aquellos a quien dirige y es capaz de ver hasta donde podrían llegar.

Jesús confió a la gente verdades y tareas que estaban en proporción a la capacidad que esas personas tenían. No les abrumó con cosas más complicadas de lo que ellas podrían hacer, sino que les dio lo suficiente para que pudieran progresar interiormente. Él estaba interesado en los aspectos básicos de la naturaleza humana y en producir cambios perdurables, en vez de simples cambios superficiales o de hacerles hacer cosas por salvar las apariencias. Jesús fue capaz de transformar el interior de sus seguidores. Jesús enseñó que no solamente somos responsables por nuestras acciones, sino también por nuestros pensamientos.

Cristo vivió conforme al versículo que dice "el amor al dinero es el principio de todos los males", opuesto a la forma de vida materialista de los humanos que buscan llenarse de posesiones, rangos y títulos, su soberbia no les deja ver mas allá de sus deseos, y la mayoría no alcanza el mundo espiritual. Jesús le dijo al hombre rico "vende todas tus posesiones repártelas entre los pobres y sígueme" para seguir a Cristo debes abandonar el amor al dinero, pero esto es muy difícil para la gran mayoría de los humanos, tal vez imposible para muchos, por ello Jesús dijo "es mas fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo" aquí se entiende finalmente que la vida de los humanos no debe ser acumular riquezas porque estas se convierten en lo más importante, Jesús dijo "ahí donde pones tu corazón esta tu Dios".  Esto nos deja muy claro que la personalidad de Jesús era única, humilde, sabia y arrasadora, no todos podían seguir a Jesús muchos lo abandonaron en cuanto escucharon sus enseñanzas por no poder seguirlas, sin embargo sus Apóstoles lo abandonaron todo para seguirlo, pero la gente común solo debía creer en Jesús algo tan simple y tan difícil al mismo tiempo, ese es el gran tesoro de la fe y pocos la  alcanzan. No te obsesiones con las riquezas, no fomentes el amor al dinero, úsalo para cubrir tus necesidades, compártelo con tus seres queridos, ayuda a los necesitados y apoya la verdadera predica de la Palabra de Dios. El dinero es un medio, más no el fin de la vida misma. Nuestra vida debe estar dedicada a reconocer y creer en Dios Cristo Jesús. 

No cambies a Jesús por el amor al dinero. Jesús dijo; Mateo 6:19-21 "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. "


Contrariamente, aquellos líderes que a lo largo de la historia han resultado más nefastos para la humanidad, así lo fueron debidos precisamente al carecer casi por completo de las virtudes exhibidas en Jesús. Es posible que no todos nosotros podamos llegar a tener todas las virtudes de Jesús, pero sí podemos realizar un esfuerzo honesto por acercarnos a tan grande ideal. Una de las grandes enseñanzas de Jesús fue que todos nosotros llevamos dentro inmensas posibilidades. Al instarnos a ser perfectos así como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, Jesús no nos sobreestimó ni tampoco pretendió reírse de nosotros. Simplemente nos hizo saber una poderosa verdad, tocante a nuestras posibilidades y a nuestro potencial. Se trata de una verdad tal vez demasiado impactante como para tan siquiera considerar. Jesús, quien no podía mentir, buscó la forma de ampliar nuestro panorama de posibilidades en nuestro camino hacia la perfección. Nosotros no somos perfectos como lo fue Jesús, pero a menos que aquellos que nos rodean puedan percibir nuestros esfuerzos y nuestro progreso, jamás estarán en condiciones de encontrar en nosotros el ejemplo y nos verán como personas carentes de seriedad en todo lo que debemos hacer. En otras palabras, nos resultará muy difícil llegar a ser líderes productivos, a menos que reconozcamos la realidad de ese líder perfecto, Jesús Cristo, y le permitamos ser la luz que alumbre nuestro camino. La Biblia está repleta de ejemplos de líderes quienes, contrariamente a Jesús, no eran perfectos, pero sí fueron sumamente eficaces. Estos ejemplos podrían ayudarnos enormemente si los leyéramos a menudo.