El evento más importante en la historia de la humanidad fue la muerte de Jesús de Nazaret en la cruz y su resurrección al tercer día. La vida de Cristo es un hecho tan importante y trascendental que para ubicarnos en el tiempo usamos las siglas a.C. y d. C las cuales significan, antes de Cristo, por ser una fecha anterior al nacimiento de Jesucristo y después de Cristo, es decir, posterior al nacimiento de Jesucristo.
Los acontecimientos que ocurrieron antes durante y después de la resurrección han repercutido a través de los siglos. La pasión que Jesús demostró en esa noche memorable, ha sido representada en música, libros y películas a lo largo de los siglos. Desde el siglo XVI, cuando Bach escribió dos magníficos oratorios basados en los relatos de los evangelios de Mateo y de Juan, hasta el día de hoy con la película La Pasión de Cristo, la historia de esta noche extraordinaria se ha contado una y otra vez. Incluso nuestro lenguaje se ha visto afectado por estos acontecimientos, dándonos frases tales como "Quien a hierro mata, a hierro muere" (Mateo 26:52); "El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil" (Marcos 14:38); y "sudando gotas de sangre" (Lucas 22:44).
Por supuesto, el efecto más importante de esta noche fue la voluntad de nuestro Salvador a morir en la cruz en nuestro lugar para pagar el castigo por nuestros pecados. Jesús padeció una gran angustia y sufrimiento momentos antes y durante la crucifixión pero su gran amor, valor y fortaleza lo impulsaron hacer la voluntad de Dios Padre, ningún humano jamás podría soportar todo lo que sufrió y es así como su sacrificio nos trajo gran regocijo y gratitud eterna.
No existe una sola persona en occidente que posea un celular y no sepa quién es Jesús, conocen como mínimo que es el Mesías, padeció en la cruz y revivió al tercer día para perdonar todos los pecados de quienes tienen fe en Él.
Es necesario entender el porqué del sacrificio de Jesús para poder valorar la libertad y el poder que nos dejo. Dios se hizo hombre en Jesús, sufrió, lloro, se alegro, se canso y vivió como humano pero jamás peco porque es Dios Santo, vivió una vida pura y perfecta cumpliendo todos y cada uno de los mandamientos divinos, cosa que jamás podría hacer ningún humano pecador.
Dios se hizo hombre no solamente para convivir con su propia creación sino para mostrar un camino de salvación, demostrando su poder divino en muchos milagros, sanando a los enfermos, resucitando a los muertos, alimentando a los pobres y predicando para llevar una vida recta y de paz.
Ofreció su vida y compro la libertad de los humanos con su sangre, derramándola en la cruz y finalmente la gran muestra de su deidad fue resucitar al tercer día, así se consumó su obra bendita de salvación. Ahora todos tenemos acceso a la vida eterna, el perdón de nuestros pecados, una relación personal con Dios y un ayudador perfecto el Espíritu Santo todo ello atreves de nuestra fe sincera en Cristo Jesús quien intercede ante Dios Padre y es nuestro abogado defensor.
Dios, en su gobierno moral, ha establecido que la muerte física y eterna fuera el castigo justo por el pecado. La gente puede protestar contra el decreto Divino, creyendo que es injusto o extremo, mas sus protestas tan solo demuestran cómo el pecado les ha cegado a la verdad, el pecado es un acto atroz que contamina y destruye la vida. El hecho que Dios demande un castigo tan drástico debería enseñarles, no que Dios es brutal, sino por el contrario que el pecado es un veneno que destruye.
Pero sin embargo Dios, en su incomparable amor por el hombre pecador, también ha decretado que la pena por el pecado pueda ser pagada por un sustituto, y el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento está basado en este principio. El cordero de Dios es Cristo y solo ÉL podía cargar con todos los pecados de la humanidad y sacrificarse
Aunque algún hombre hubiera querido, no podría ofrecerse a sí mismo en pago por su pecado, porque su pecado le hubiera descartado de ser un sacrificio aceptable. Por lo tanto, el Antiguo Testamento proveyó la ofrenda de ciertos animales seleccionados cuya sangre era derramada de forma sustituta por los pecados de aquellos que se arrepentían y confiaban en la revelación de Dios. Todos los animales inocentes, sin mancha que llegaron a ser sacrificados en el Antiguo Testamento señalaban a aquel gran sacrificio, el sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz del Calvario. Juan el Bautista Le presentó, diciendo "He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo " El castigo que Dios impuso sobre el pecado es a su vez justo y compasivo, porque Dios mismo, en la Persona del Hijo, pagó ese castigo por todos aquellos que le aceptarían como su sustituto.
Dios el hijo, revestido de forma humana, derramó Su sangre por el pecado del hombre, satisfaciendo por tanto toda exigencia de justicia santa. Y a través de esa sangre preciosa, Dios mostró que es a la vez "justo y el que justifica a aquel que cree en Jesús"
La Biblia presenta al hombre como un esclavo del pecado y habla de liberarle de la misma forma que los esclavos eran redimidos en el mundo antiguo. En Cristo, "Tenemos redención a través de Su Sangre, el de pecados, de acuerdo con las riquezas de Su gracia" "No fuisteis redimidos con cosas corruptibles, como oro y plata, de vuestra vana manera de vivir… sino con la sangre preciosa de Cristo, como un Cordero sin mancha"
Sin Jesucristo, todas las personas están separadas de Dios. La rebelión del pecado creó un abismo entre Dios y el hombre que es humanamente infranqueable. Pero la sangre de Cristo construyó el puente de Dios al hombre. "Ahora en Cristo Jesús, vosotros que previamente estabais lejos habéis sido acercados por la sangre de Cristo." "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Cuanto más, habiendo sido justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de él."
El pecado humano crea una contaminación del corazón que tan solo puede ser limpiada por la gracia de Dios. Y esa gracia se manifiesta en la eficacia del sacrificio de Cristo, el Apóstol Juan declara, "La sangre de, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado" . Aunque Dios no pasará por alto el pecado, nosotros todavía podemos alegrarnos ante Su compasiva mirada por causa de la sangre de Cristo.
Jesús sufrió en la cruz, y el Apóstol explica el sufrimiento, diciendo, "Esto fue para demostrar Su justicia; por causa de la paciencia de Dios, Él pasó por alto los pecados anteriormente cometidos" Dios había perdonado los pecados de los creyentes del Antiguo Testamento en base al sacrificio futuro de Cristo, de la misma forma que Él hoy perdona en base al sacrificio pasado de Cristo, realizado una vez por todas. "Cristo tenía que sufrir y resucitar de nuevo de los muertos" la muerte de Cristo no era opcional, porque era crucial para el plan de la salvación Divino.
En la víspera de Su crucifixión, Jesús oró, "Padre, la hora ha llegado, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo pueda glorificarte a ti ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado." muestra que Jesús soportó la cruz y despreció su vergüenza por causa del gozo puesto ante Él la salvación de todo humano que tenga fe en ÉL.
Recordemos su muerte y su resurrección. El precio que pagó por cada uno de nosotros y el deseo profundo de su corazón, traiga a nuestra memoria el dolor y sufrimiento de todo este acontecimiento. Jesús previo a morir toma un tiempo para despedirse y para orar justo antes de ser sentenciado. En esta oración hace un ruego muy especial al Padre.
Esta súplica la encontramos en el Evangelio de Juan 17:6-26
"He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti.
Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos."
En esta oración se resume el gran amor que tiene Jesús por la humanidad no por el sistema del mundo sino por los que tienen esa fe sincera en Él, por lo cual en su bondad pide a Dios Padre que nos guarde del mal en este mundo perverso. No pertenecemos a este mundo somos ciudadanos del cielo y Jesús pide que todos aquellos que lo amamos estemos con Él en su gloria eterna viviendo en amor en una perfecta comunión, cuan generoso y misericordioso es nuestro amado Dios y Salvador a Él sea la gloria eterna.
Por lo tanto no puedes permanecer indiferente ante Jesús y sus afirmaciones sobre ti. Aunque muchas personas en la actualidad se muestran indiferentes ante estos temas, eludirle no es una alternativa honesta. Exige nuestra atenta consideración se requiere no tan solo de nuestro intelecto, sino de la totalidad de nuestro ser.
"He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré y comeré con él y él conmigo."
Por “puerta” se entiende el acceso a su corazón, mente, y voluntad. Jesús desea entrada a nuestra vida para poder ser su Salvador y Señor. Por tanto "Hoy… no endurezcáis vuestros corazones" Más bien, ábrale su corazón a Él, y deje entrar a Aquel que murió y resucitó por ti.
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