miércoles, 14 de octubre de 2020

¿EXISTE EL INFIERNO?

Una persona tiene sueños para su vida. Planea lo mejor posible como ha de lograrlos, haciendo sacrificios pensando en el beneficio futuro. Todo parece perfecto, y un sentimiento de autosuficiencia le llena. Todo parece ir sobre ruedas, siendo una persona exitosa y popular, activa y participativa en su respectiva comunidad hasta que, repentinamente, tiene un fuerte accidente. Entonces todo lo que creía como seguro y parte de su destino se derrumba frente a sus ojos. La popularidad que creía tener muestra su verdadero y efímero rostro, siendo todo una ilusión de hipocresías. Ahora esta persona se encuentra herida en el cuerpo y la mente, sus emocionen se inclinan al victimismo y, por unos instantes, siente que el peso del mundo cae sobre sus hombros, sin esperanza. Es entonces cuando un profundo y visceral sentimiento brota de sus entrañas, como un reclamo. “¡Esto es un infierno, no lo soporto más!” Eventualmente esa persona se repone de su situación, y comienza a formularse otro plan de vida.

Tomando como ejemplo esa hipotética historia podemos ejemplificar como se banaliza y demerita la palabra infierno. Siendo objetivos la experiencia de la persona citada no es nada extraordinario, y es solo la percepción ensimismada y superficial de la misma persona la que le hace actuar de manera dramática. En realidad esa persona hipotética se encuentra en una posición privilegiada, pues contó por los medios para recuperarse, manteniendo la salud y despertando a la realidad de las interacciones humanas. Sin embargo esta historia busca ejemplificar al debilitado humano moderno, ateo, consumista, víctima de un futuro sin oportunidades gracias a las políticas internacionales. Así pues usamos esta ilustración para la manera más vulgar y denigratoria de la palabra infierno; la del humano ególatra, ateo y ensimismado.

Pero, ¿un sufrimiento tan efímero puede, aun remotamente, comparase con lo que esa palabra de castigo busca transmitir al corazón y espíritu humano? Por supuesto que no, pues ni aun el final agonizante de una persona que es torturada lentamente hasta su terrible final podría, tampoco, aproximarse ni lo más remoto a lo que se enseña es el infierno. Pues todo ese sufrimiento, en apariencia insoportable, cuando el humano se encuentra en la carne, es temporal, por la propia naturaleza de la materia. Pero el sufrimiento no solo se recibe por las terminaciones nerviosas en la piel, sino es interpretado por los impulsos eléctricos del cerebro. ¿Es entonces la mente quien interpreta el dolor? Las emociones también pueden traducirse como sufrimiento, en la desesperanza, confusión, desesperación, frustración, odio, tristeza, miedo. ¿Cuál es la fuente de estas emociones, el corazón, el alma? Y aun toda esta compleja fusión de tormento continua siendo temporal cuando se está en vida y carne. Pero la existencia no se termina con la putrefacción, pero la injusticia rampante del mundo, por el contrario, si.

Porque cualquiera que ha vivido lo suficiente en esta tierra sabe que la justicia no habita aquí. Lo que se llama “aparato judicial” es una burla que mantiene las cosas en un precario equilibrio, apenas funcional, para que la sociedad siga produciendo. Pero alguien en pobreza no puede aspirar a nada justo, es algo mundialmente sabido. La corrupción es un antivalor universal que permea en la entera naturaleza humana. Incluso existen padres que tratan notablemente distinto a sus distintos hijos. Sabiendo eso, ¿qué detiene a las personas de asesinarse indiscriminadamente entre sí para obtener lo que se desea? En las altas esferas de poder no existe limitación en ese aspecto, a menos que sea entre sus hermandades, pero para las personas  comunes, que somos la mayoría, se supone que existen los límites morales, cívicos así como los valores humanos universales. 

Pero eso no detiene a los desalmados que actúan y mueven al mundo como si la vida de los comunes no valiera nada. Y entendiendo que la justicia nunca los alcanzara en vida, ¿Qué piensa el sujeto común, “inferior” en términos de economía e influencia, respecto a ello? En este mundo relativista y ateo no tienes nada, solo tu frustración para bebértela a gotas, en lo que te dura la vida, pues entiendes que no hay castigo para el que manipula a costa del sufrimiento humano. Quienes perpetuán el poder a través de la muerte y el miedo, a los ojos del ateo, son los poderosos del mundo que moldean el destino de todos. Me parecería natural entonces que, en lugar de anhelar un castigo o justicia, deseen, en contraste, ellos mismo gozar de dicha invulnerabilidad con respecto a la llamada “justicia”. Así podrían actuar como déspotas tiranos en su pequeño círculo de influencia y fantasear con tener ese poder sin moral.

Para un creyente la justicia alcanza al malvado, tanto en vida como en la muerte. Se le llama karma gracias al neo paganismo, o justicia divina, incluso con humor, lo que significa que existe la noción de un pago en respuesta a las acciones, sean estas buenas o malas. Es interesante como estas ideas perduran aun en el contexto de relatividad moral que se ha impuesto al humano desde la academia, pues es innato en nuestra naturaleza humana, en todo su misterio y complejidad.

Nuestro Salvador, Rey y forma visible del Creador, Jesús de Nazaret, el Mesías, fue quien más hablo del infierno, como una prudente advertencia. Pues antes de su venida al mundo como el cordero que purifica el pecado del mundo, se hablaba del seno de Abraham y el seol, o tártaro, como estancias de espera. Justo a la espera de la segunda venida del Mesías, ya no como cordero sin mancha para sacrificio, sino como el león juez de justicia.  Con su muerte y resurrección todo cambio, para todos los seres habitantes en esta creación. Pues ha vencido a la muerte, llevado el juicio a las mismas salas de espera, y proferido su destino a los ángeles caídos y espíritus de la tierra, como Enoc lo hiciese miles de años atrás. En vida nuestro Rey advirtió sobre el juicio del infierno a las ovejas perdidas, y se los prometió a los escribas engañosos, víboras dentro del templo.

Pero, ¿es el infierno el destino pensado para los humanos pecadores, caídos en la copa de sus deseos y maldad? El Mesías nos enseña que no, pues en realidad ese lugar de tormento está preparado para seres de naturaleza distinta, siendo el destino de los ángeles que desobedecieron y han hecho la guerra contra Dios. Sin embargo el destino es compartido para aquellos humanos que adorasen a los caídos en lugar de al Creador.  Así, almas humanas hechas a imagen y semejanza del Creador, compartirán las prisiones de fuego y tormento con aquellos seres que fueron creados antes de la fundación del mundo, y experimentaran la purificación que Dios ha prometido para los creadores de toda maldad e inequidad.

Y en contraste, ¿Qué piensan los adoradores de la oscuridad sobre ello? Ciertamente es interesante saberlo, pues esto es la raíz de su sobrada seguridad, soberbia y total maldad. En lo superficial, con la imagen que todo mundo maneja de cara al mundo social, se toma con ligereza el tema, como una plática de quermes, de época navideña y pastorelas. ¿Dónde te gustaría estar a ti, eh? Preguntan con soltura en medio de sorbos de ponche con licor. ¡En el infierno, claro! Ahí están todos los personajes divertidos e interesantes ¿no? Ahí es donde te diviertes, estando de fiesta, pecando de lo lindo, ¿no? Aderezando la plática con sonoras risas. También es tema recurrente de la cultura popular en cosas como el cine y los comics, la música y videojuegos. 

Una banda se hizo famosa por una canción traducida como “vaqueros del infierno”, el villano de un famoso manga japonés se supone que al morir llega al infierno, y ahí, comienza a ganar su posición y poder a través de la espada, ambicionando destronar a satanas y ser el nuevo rey del infierno. Y como estas hay innumerables ejemplos de cómo la oscuridad interpreta que es el infierno. Por alguna extraña razón se cree que el “diablo” habita y gobierna el infierno. Esto es tan ridículo y a la vez maquiavélico, que es de resaltar. Así no solo se denosta el castigo que simboliza la palabra, sino que además se le invierte el sentido, transformándolo en una especie de símbolo de orgullo y poder de la oscuridad. Es de resaltar lo creativo para engañar y cautivar a los imbéciles humanos para compartir la copa del sufrimiento con los seres funestos que sembraron la raíz de todas las desgracias y aberraciones de la realidad. Solo basta con romantizar a un vampiro feminizado, con las características de un hombre deseable, y con ello cautivar la lujuria de adolescentes vacios de la mente y el alma, para comenzar a cautivarles con el romántico destino de las sombras y su poética guerra contra la luz. Debe ser una tentación muy poderosa el no jugar con la mente de las personas idiotizadas y manipularlas a tu antojo.

Es un recurso muy utilizado últimamente en la guerra cultural, tratando siempre de re significar términos, introducir a la vez otros, y transformar el lenguaje mismo, a favor de un fin especifico. Esta siendo esto tan explotado, además de con mala calidad en todos los sentidos, que se ha vuelto especialmente fácil detectarles, y más aun sus estrategias, repetidas hasta el hartazgo, confiados de la estupidez inducida a las masas. Siempre ha sido así, y en un ejercicio de reflexión, trasladando esas mismas estrategias pero en cuanto a lo que nosotros ya damos por normal, podemos identificar en que aspectos se ha implantado esto, con una inhumana paciencia. De esta manera  terminología con una fuerte carga de significado, no solo en su término literal e histórico, sino en lo simbólico y espiritual también, son cambiados a conveniencia. 

Todo ello es tan natural para nosotros, humanos posmodernos, que las palabras ahora parecen vacías, fáciles de decir y sin la intención de entender. Mientras más articulado en su manera de expresarse y ordenar rápidamente el pensamiento, mayor el riesgo de banalizar las palabras e incurrir en expresiones que pueden tener una carga tan negativa, que influye directamente en el individuo que las emite. Así la salvación como el infierno se han transformado en solo un conjunto de letras, sin aparente respaldo lógico comprobable. Este es un rostro de la tragedia que es la vida en un sistema caído.

 La fe es un misterio en si mismo, teniendo cada individuo un porción única, que únicamente puede ser entendida y experimentada por quien lo vive. Esta fe también puede ser corrompida, y ser dirigida hacia la muerte y las sombras, donde es más fácil sucumbir ante la falta de límites y la saciedad de los placeres. Nuestro Dios ha sido muy claro, a lo largo de toda su palabra, acerca del adulterio espiritual. No se puede servir a dos amos. 

O bien uno se entrega al espíritu, o en su lugar ambiciona las cosas del mundo y sus riquezas. Siendo así las cosas, la idolatría es uno de los peores pecados, mas aun para cualquiera en la cultura occidental. No hay justificación para abrazar un culto pagano antiguo, aun cuando haya necesidades personales, aparentemente indispensables, no importándote el costo.

Un mayor numero de personas creen en el cielo pero rechazan la existencia  del infierno. Sin embargo  es definitivamente una realidad, un lugar  al que los malvados e incrédulos son enviados después de la muerte. 

Todos hemos pecado contra Dios y el castigo justo por ese pecado es la muerte, hay dos lugares a los cuales se puede ir  después de morir;  al cielo o al infierno. El infierno es un castigo tormentoso en las llamas que no se apagan, es la justicia aplicada a los malvados que no ser arrepienten de nada y disfrutaron de todas las perversidades de las que fueron capaces, rechazando todo lo bueno y justo, el perdón y  la misericordia de Jesús, por lo tanto se han ganado su lugar en la llama tormentosa.

El castigo de los impíos en el infierno es tan eterno como la bienaventuranza de los justos en el cielo. Los impíos estarán eternamente sujetos a todo el sufrimiento y oscuridad que sembraron. Aún aquellos que estén en el infierno reconocerán la perfecta justicia de Dios. Aquellos que estén en el infierno real sabrán que su castigo es justo y que sólo ellos son culpables. 

Sí, el infierno es real. Sí, el infierno es un lugar de tormento y castigo que durará eternamente pero demos gracias a Dios que a través de la fe sincera en Jesucristo, podemos escapar de este destino eterno. Aceptar a Cristo es recibir el perdón por todos los pecados cometidos y nacer de nuevo no de carne sino de espíritu dejando atrás la oscuridad en la cual estábamos sumergidos, ese nacimiento espiritual otorga la redención por fe. Una nueva oportunidad para hacer las cosas bien, para seguir el camino correcto y enmendar viejos errores. Toma la mano de Jesús y sigue el sendero de luz. 


Lucas 16:23-24 "En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo 
mucho en este fuego”.

Juan 3:18 "El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios."



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