sábado, 31 de julio de 2021

LA REDENCION

"En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia"
Efesios 1:7

Todos buscamos la redención en algún momento de nuestras vidas, deseamos el perdón por nuestras malas acciones, esos pecados que se acumulan con el pasar de los días, sin lugar a dudas deseamos ser liberados de la carga que implica esa oscuridad en nuestra vida, mientras aun hay conciencia que nos acuse, sin embargo con el pasar de los años muchos son los que la ahogan en un abismo de materialismo, placer y deseos constantes que no pueden satisfacer en su totalidad.

La redención se refiere al rescate de Dios hacia todos los creyentes en Cristo, a través de la muerte de Jesús en la cruz. Fuimos rescatados, comprados con el precio de la sangre divina, tenemos un redentor.
El redentor es Dios en Jesús, somos rescatados del pecado cuya paga es la muerte y la vida eterna en el lago de fuego.

Antes de que el Señor Jesucristo comenzara su ministerio, Juan el Bautista estaba preparando los corazones del pueblo de Israel con su predicación de arrepentimiento para recibir el mensaje del Mesías. Cuando finalmente Jesús se presenta delante de Juan, el profeta dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. De la misma manera que los sacrificios en el Antiguo Testamento bajo la ley de Moisés representaban el perdón de pecados que Dios le otorgaba a su pueblo por medio del sacrificio de un animal, eran sombra del único y verdadero sacrificio  el de Jesús, el Cordero perfecto e inocente, quien sacrifico su vida en la cruz y resucito al tercer día para el perdón de todos los pecados del mundo.

Al morir en la cruz, Jesucristo expía y propicia el pecado de Su pueblo y muere como sustituto. En lugar de morir nosotros, Jesús muere en nuestro lugar y lleva sobre sí mismo nuestra culpa, nuestros pecados . Es en Jesucristo “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. De manera que al derramar Su sangre en la cruz, es decir, al dar su vida, Jesucristo se convierte en el sacrificio último y perfecto, y de esa manera hace obsoleto cualquier otro sacrificio, puesto que es un sacrificio hecho “no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre”. Todos los sacrificios del Antiguo Testamento eran sombra del último y gran sacrificio en Jesucristo. Aquel que verdaderamente pone su fe en Jesús como único y perfecto salvador es redimido de la esclavitud más grande, la esclavitud espiritual de nuestro pecado. Y así como Moisés fue el mediador de la redención de Israel bajo el yugo de Egipto, Jesús es más grande que Moisés al ser el perfecto mediador de la redención de Su pueblo bajo el yugo del pecado. Esta redención es más grande que cualquier otra porque, entre otras cosas, es gratuita, y porque “hace perfectos para siempre a los santificados”.

Esta redención que hace Jesús tiene dimensiones pasadas, presentes y futuras. Vimos cómo el Antiguo Testamento prefigura la obra redentora de Jesucristo. Vimos también que el Nuevo Testamento atestigua que aquel que cree Jesucristo es redimido en el tiempo presente. Pero hay una dimensión futura también, la cual vemos ejemplificada en los veinticuatro ancianos que en el libro de Apocalipsis se postran delante del Cordero. Vale la pena citar esta magnífica escena:

Si confias en  Jesus, si has creído en Él, si gratuitamente has recibido la redención de tus pecados por la fe, entonces eres parte de esta canción que los redimidos entonarán eternamente agradecidos al Cordero perfecto que quita para siempre nuestros pecados.

“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 5:9-14.






Referencias
1. https://bible.knowing-jesus.com/Espa%C3%B1al/topics/La-Redenci%C3%B3n,-En-Nt
2. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/la-redencion-significa/

¿ERES ESCLAVO DEL PECADO?

«Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo: Todo el que comete pecado, esclavo es del pecado»
Juan 8:34

Todos somos y otros fuimos esclavos del pecado. Los esclavos no tienen voluntad propia, estan bajo el yugo de sus amos. Cuando el pecado es nuestro amo, somos incapaces de resistirlo. Pero, cuando creemos en Cristo su inmenso poder nos libera de nuestra naturaleza pecaminosa, entonces ya no somos seres carnales ocupados y preocupados por las cosas del mundo, ahora somos seres espirituales ocupados en las cosas espirituales, pensando en Dios y tratando de agradarle, somos libres para hacer obras de justicia.

Cuando nos acercamos a Cristo en arrepentimiento recibimos el perdón de pecados y el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros. Es por su poder que somos capaces de resistir al pecado y convertirnos en esclavos de la justicia.

Puedes elegir ser esclavo del pecado, que es nuestro estado natural, o ser un siervo de Cristo. Los creyentes de Jesús le pertenecen a él y quieren hacer las cosas que a él le agradan. Esto significa que los hijos de Dios lo obedecen y viven libres del pecado habitual. Podemos hacer esto porque Jesús nos ha liberado de la esclavitud del pecado y ya no estamos bajo la pena de muerte y separación de Dios.

Como cristianos no debemos continuar en el pecado usual porque hemos muerto al pecado, hemos sido sepultados y resucitados con Cristo, ahora podemos caminar en nueva vida, a diferencia del no creyente que todavía es un esclavo del pecado.

Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo, para que el cuerpo del pecado sea destruido, ya no debemos servir más al pecado, debemos considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. No podemos permitir que el pecado reine en nuestros cuerpos, obedeciendo sus deseos, sino todo lo contrario ser instrumentos de justicia y virtud.

Somos esclavos de aquello que obedecemos y no podemos dejar de hacer, la decisión se tiene que tomar creer o no creer en Jesús, estarás siendo un esclavo ya sea en obediencia al pecado o en obediencia a la justicia, ser un esclavo de la Cristo solo traerá felicidad y vida eterna, ser un esclavo del pecado traerá sufrimiento y muerte.

Sin embargo es necesario comprender que es muy difícil no vivir en pecado, luchamos con eso incluso después de ser un seguidor de Cristo, pero lo importante es no vivir diariamente en el pecado que te esclaviza, puedes caer pero seguirás levantándote cada vez mas fuerte en Cristo para rechazar la tentación del pecado. Estamos libres de la pena del pecado que es la separación de Dios pero todavía vivimos en la presencia del pecado mientras estamos vivos en esta tierra.

Por medio  del poder del Espíritu Santo que le es dado a los creyentes en el momento en que llegamos a la fe a Cristo resistiremos cada día la tentación del pecado. Su presencia en nuestras vidas significa que, a medida que crecemos en nuestra fe y llegamos a amar a Dios cada día más, tendremos la fuerza para resistir cada vez más el pecado. A través de la obra del Espíritu Santo, estamos empoderados para resistir el pecado, no ceder a la tentación y vivir según la palabra de Dios. Los pecados usuales los vamos a detestar cada vez más, nos alejaremos naturalmente del pecado, lo rechazamos y despreciamos porque sabemos que solo traerá dolor y muerte fundamentalmente no queremos afectar nuestra comunión con Dios.

Es una gran bendición para los creyentes saber que, aun cuando pequemos, ya no hay ninguna condenación porque estamos en Cristo Jesús, cuando pecamos aun siendo cristianos, si confesamos nuestros pecados cada día al señor, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos para seguir viviendo en una correcta relación con él.

Como creyentes debemos caminar como hijos de Dios viviendo en virtud, colocándonos toda la armadura de Dios cada día para poder resistir el pecado. Es de vital importancia comprometernos a madurar nuestra fe, leyendo y estudiando la Biblia cada día y pasar tiempo en oración con Dios, entonces seremos mas capaces de resistir el pecado y fortalecernos en Espíritu Santo entendiendo su actuar en nuestras vidas, es así como la victoria diaria sobre el pecado nos alentará, fortalecerá y demostrará que ya no somos esclavos del pecado, sino que somos esclavos de Cristo en virtud, paz y vida eterna.

Si aun no has aceptado a Cristo en tu corazón como tu Dios y salvador, este el mejor momento para hacerlo y recibir paz, virtudes y vida eterna, toma su mano y cambia tu vida.