"En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia"
Efesios 1:7
Todos buscamos la redención en algún momento de nuestras vidas, deseamos el perdón por nuestras malas acciones, esos pecados que se acumulan con el pasar de los días, sin lugar a dudas deseamos ser liberados de la carga que implica esa oscuridad en nuestra vida, mientras aun hay conciencia que nos acuse, sin embargo con el pasar de los años muchos son los que la ahogan en un abismo de materialismo, placer y deseos constantes que no pueden satisfacer en su totalidad.
La redención se refiere al rescate de Dios hacia todos los creyentes en Cristo, a través de la muerte de Jesús en la cruz. Fuimos rescatados, comprados con el precio de la sangre divina, tenemos un redentor.
El redentor es Dios en Jesús, somos rescatados del pecado cuya paga es la muerte y la vida eterna en el lago de fuego.
Antes de que el Señor Jesucristo comenzara su ministerio, Juan el Bautista estaba preparando los corazones del pueblo de Israel con su predicación de arrepentimiento para recibir el mensaje del Mesías. Cuando finalmente Jesús se presenta delante de Juan, el profeta dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. De la misma manera que los sacrificios en el Antiguo Testamento bajo la ley de Moisés representaban el perdón de pecados que Dios le otorgaba a su pueblo por medio del sacrificio de un animal, eran sombra del único y verdadero sacrificio el de Jesús, el Cordero perfecto e inocente, quien sacrifico su vida en la cruz y resucito al tercer día para el perdón de todos los pecados del mundo.
Al morir en la cruz, Jesucristo expía y propicia el pecado de Su pueblo y muere como sustituto. En lugar de morir nosotros, Jesús muere en nuestro lugar y lleva sobre sí mismo nuestra culpa, nuestros pecados . Es en Jesucristo “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. De manera que al derramar Su sangre en la cruz, es decir, al dar su vida, Jesucristo se convierte en el sacrificio último y perfecto, y de esa manera hace obsoleto cualquier otro sacrificio, puesto que es un sacrificio hecho “no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre”. Todos los sacrificios del Antiguo Testamento eran sombra del último y gran sacrificio en Jesucristo. Aquel que verdaderamente pone su fe en Jesús como único y perfecto salvador es redimido de la esclavitud más grande, la esclavitud espiritual de nuestro pecado. Y así como Moisés fue el mediador de la redención de Israel bajo el yugo de Egipto, Jesús es más grande que Moisés al ser el perfecto mediador de la redención de Su pueblo bajo el yugo del pecado. Esta redención es más grande que cualquier otra porque, entre otras cosas, es gratuita, y porque “hace perfectos para siempre a los santificados”.
Esta redención que hace Jesús tiene dimensiones pasadas, presentes y futuras. Vimos cómo el Antiguo Testamento prefigura la obra redentora de Jesucristo. Vimos también que el Nuevo Testamento atestigua que aquel que cree Jesucristo es redimido en el tiempo presente. Pero hay una dimensión futura también, la cual vemos ejemplificada en los veinticuatro ancianos que en el libro de Apocalipsis se postran delante del Cordero. Vale la pena citar esta magnífica escena:
Si confias en Jesus, si has creído en Él, si gratuitamente has recibido la redención de tus pecados por la fe, entonces eres parte de esta canción que los redimidos entonarán eternamente agradecidos al Cordero perfecto que quita para siempre nuestros pecados.
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 5:9-14.
Referencias
1. https://bible.knowing-jesus.com/Espa%C3%B1al/topics/La-Redenci%C3%B3n,-En-Nt
2. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/la-redencion-significa/
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